jueves, 13 de mayo de 2010

La amistad oscura.

Tantos años de trabajo para nada. Esfuerzo y sudor para acabar de esta manera. Siempre pensando en avanzar, en mejorar, para así poder afrontar el futuro.
Todo empezó por hacerle caso:

-Sólo es un poco más de dinero, un poco. Luego todo saldrá bien y la empresa te lo devolverá. Ya verás... ¡Esto sí que son negocios!- me dijo.
-Bueno, vale. Pero me lo tienes que devolver. Enserio, Roberto, necesito ese dinero.

Y así un negocio tras otro, más y más dinero. Poco a poco me fui quedando sin nada, con muchas deudas y necesidades sin cubrir. Tenía que alimentarme y vestirme, y cada día costaba un poco más.
Al final conocí a una amiga que se convirtió en la mejor en ese momento, cosa realmente difícil porque hacía tiempo que nadie se acercaba a mí.
Estaba con mi amiga casi a diario. No podía dejarla. La gente se empezó a dar cuenta de mi nueva amistad. Acabé encerrado en cuatro paredes blancas durante unos meses.
Cuando ya estaba rehabilitado intenté rehacer mi vida, con una novedad: me habían regalado un perro y un gato para hacerme compañía. Empecé a trabajar, lejos de los negocios, y me mudé a otra ciudad. Pensé que iba a salir adelante, pero me equivoqué otra vez.
Tuve problemas, pero esta vez no por dinero sino por mi amiga. Nos volvimos a encontrar.
Por su culpa me veo todos los días en la calle durmiendo en cartones, con mi perro y mi gato, que me ayudan a pedir dinero.
Esto es un infierno. No vale la pena esforzarse para luego fracasar así. En esta vida estás solo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario